Es habitual en la vida diaria enfrentar situaciones que no
compartimos o no deseamos vivirlas, ya sea de circunstancias o personas.
Y la reacción natural es querer cambiarla a nuestro gusto, de esta
manera comenzamos una lucha interna para luchar entre nuestro ego y los demás,
en la mayoría de los casos descubrimos que tenemos o hemos tenido una lucha inútil
que nos dio como resultado, perder nuestra serenidad, alterarnos, angustiarnos
y vivir enojado por no poder cambiar lo que no aceptamos.
Con el tiempo descubrimos que si hubiéramos aceptado a lo que nos resistíamos,
todo hubiera sido mejor para nuestra tranquilidad y salud.
Aceptar lo que no podemos cambiar es tan saludable como tener una buena
alimentación o hacer ejercicio, solo que ayuda
nuestra salud emocional y física.
Cuando aceptamos, no estamos resignándonos ya que resignarse es
continuar resistiéndonos aunque digamos lo contrario
Aprendamos a aceptar lo que no podemos cambiar y ocupémonos de
sanar las heridas que eso nos produce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario